martes, 2 de agosto de 2011

LA NOVIA ENAMORADA: PARTE I


MARUJA Y SU PADRE

Pepito " El guapo" y Maruja "la Tocina" eran novios desde hacia siete meses. Formaban una pareja singular.
Pepito era guapo a rabiar y Maruja era fea y gorda. La llamaban la "Tocina", por sus enormes muslos, como dos grandes  troncos, y por su enorme trasero. Tenía una bonita piel, pero una gran dentadura afeaba su boca, y una barbilla hundida en la papada, impedía apreciar el bonito color miel de sus ojos, semi hundidos en sus gordas mejillas de lozana y oronda damisela bien alimentada. 
Pepito era un vividor, desde pequeño tenía claro que se casaría con la mas rica del pueblo, y ya de mayorcito, comenzó a tirarle los tejos a la pobre Maruja, la hija de Antonio "el Borrego", terrateniente con muchas fincas y dineros, pero inculto y poco refinado.




CASA DE CITAS " LA PUPEE"


Había heredado parte de sus tierras de unas tías solteras y ahora que era pudiente se paseaba por el pueblo con, su traje de pana marrón y su enorme reloj de oro colgado de su chaleco. Había quedado viudo tiempos atrás y su única hija y heredera era toda su familia. La joven aun cuando era terriblemente fea, era buena y simpática y muy romántica. Ella soñaba con un príncipe azul que la cortejara y soñaba con casarse enamorada.
Maruja perdió el sentido en cuanto su pretendiente le hizo una caidíta de ojos y la invito a bailar en las fiestas del pueblo. ¡La pobre no se lo podía creer!. ¡Ella cortejada por Pepito!. ¡El guaperas del pueblo estaba por ella Yujuuuu!. De nada sirvieron las advertencias de su padre que sabia demasiado bien que era un sinvergüenza. Ambos solían coincidir en la casa de citas de Encarna  "la Veneranda" la madama del pueblo. 
PEPITO " EL GUAPO"

Ésta tenía un prostíbulo de lo mas coqueto llamado La Pupeé. Todas sus muchachas tenían nombres franceses, aun cuando hubieran nacido en los pueblos de la comarca. Así las chicas, bastante ignorantes, y sin saber ni una palabra de francés ostentaban nombres como, Monique, Lulú, Chantal, Fifí y así sucesivamente. Los más pudientes y viciosos del pueblo, lo visitaban asiduamente y entre ellos se encontraba Antonio el Borrego y Pepito el Guapo. Ambos andaban enredados con sendas meretrices, que les sacaban el dinero descaradamente, pero eran tan vanidosos que pensaban que ellas estaban locas y enamoradas de ellos.
Pepito andaba con Monique una experimentada hetaira que tenia una rara habilidad con los hombres. Les hacía creer que eran unos seres superiores y con estas artimañas, y algunos trucos más aprendidos en su larga vida profesional les sacaba hasta los higadillos.
Antonio estaba enamorado hasta las cachas de Fifí. Esta era una rubia muy sensual, con una vocecita de niña buena que lo llamaba "papito" " pupuchurri" y varias ridiculeces por el estilo, pero que a él le hacían mucha gracia y le hacían sentirse el hombre más feliz del mundo.


Filomena, su hermana, se enteraba de todas sus visitas a la Pupeé por sus íntimas amigas, Virtudes "la marimacho" y Milagros "la coñona " las mas cotillas del pueblo. Éstas se pasaban todo el día pendientes de quien iba y venia, y se enteraban de todo. Eran odiadas y temidas a partes iguales, pero con Filomena hacían buenas migas. Luego entre ellas la criticaban,  también como era su costumbre pero Filomena no lo sabia.  


Ella mujer muy cristiana suplicaba a su hermano qué acabara con sus visitas al prostíbulo, pero él no la escuchaba. Continuamente hacia novenas a sus Santos favoritos, para conseguir mediante un milagro que su único hermano dejara el vicio. Así qué, cuando surgió lo del noviazgo de su sobrina con Pepito, se puso incondicionalmente de parte de la enamorada. A su hermano aquello le sentó a cuerno quemado y a punto estuvo de decirle que se marchara de su casa. Si no lo hizo fué por lo buena administradora que era y las comidas tan suculentas que preparaba.



TÍA FILOMENA

La pobre Maruja se volvió loca con su pretendiente y no escuchaba a su padre que intentaba disuadirla antes de que cometiera una locura. Como ninguno de los dos cedía, Maruja inicio una huelga de hambre que duró veinticuatro horas, ya que su tía Filomena que la quería como a una hija, le empezó a pasar, bocadillos de chorizo a escondidas de su padre. Éste, muy preocupado por la salud de su única hija, ¡al fin! dio su consentimiento.


Cedió, después de una terrible discusión con su hija en la que ésta le amenazó con dejarse morir de inanición, apoyada en todo momento por su tía.

MARUJA HACIENDO DEPORTE
Un hermoso día de Abril se realizó la pedida de mano en casa de Maruja, en la que se intercambiaron regalos entre los novios. Maruja recibió una pulsera de oro y brillantes, que apenas le entraba en su gorda muñeca y ella regaló a Pepito unos bonitos gemelos y un pasador de corbata a juego. Se fijó la boda para el día 20 de Septiembre y empezaron los preparativos para la misma. Maruja encargó su ajuar en el Convento de las Hermanas Pías, donde hacían uno primorosos bordados de filtiré y unas puntillas y encajes que no los mejoraba nadie. Encargó un suntuoso ajuar y cuando su padre fue a protestar le mandó callar con un chissssssss, que se oyó en todo el barrio.
MONIQUE
Aconsejada por su tía Filomena empezó a mortificarse haciendo deporte. Se daba largos paseos y hacia todo tipo de ejercicios encaminados a mejorar su figura que ella sabia demasiado voluminosa. La pobre pasaba un hambre terrible haciendo una dieta draconiana que le recomendó Virtudes "la marimacho" que se las daba de sabihonda y aconsejaba a todo el mundo. Con miles de esfuerzos rebajó cinco kilos en un mes, y aun cuando mejoró algo, le seguían sobrando cuarenta kilos más. La mujer sufría unos horrorosos ataques de bulimia y por las noches, se levantaba y asaltaba la despensa, ingiriendo vorazmente todo lo que pillaba.
FIFÍ
Pepito por su parte seguía visitando a Monique a hurtadillas. El muy memo se creía que nadie lo veía, pero las cotillas estaban al tanto de todo. Monique le estaba chantajeando con lágrimas y desmayos y le estaba sacando hasta el tuétano.

Se hacia la ofendida por que él se fuera a casar y así le tenia todo el día haciéndole regalitos, que ella muy compungida y fingiendo pucheros aceptaba de buena gana.

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