jueves, 11 de agosto de 2011

EL DESENGAÑO

ADELE " LA JAQUITA"
Maruja sufrió la más terrible de las decepciones, cuando comprobó que su marido no volvía al hogar. Su padre que fue a visitarla la encontró llorando e intentó consolarla aunque él sabia muy bien donde estaba su flamante yerno.También  había visitado la noche anterior a su Fifí y lo había oído llegar a la Pupeé. Oyó como le recibían con grandes gritos de alegría. Sabían que ahora que había entrado en una familia pudiente tenían que mimarle, para sacarle bien los dineros. Por esas fechas había llegado al prostíbulo una nueva meretriz, francesa autentica,  llamada Adele " la Jaquita". Esta era una exuberante mujer con mucha escuela en artes amatorias, y unos modales muy refinados. Todos los varones del pueblo andaban revueltos, con la llegada de esta mujer, y la mayoría visitaban el local a espaldas de sus esposas. Incluso los más virtuosos cayeron en la tentación de conocer a la Jaquita. El apodo le venia por un numerito que practicaba a sus clientes vestida de amazona, que la hizo famosa en todos los lugares donde ejerció su profesión.


Hasta los maridos de las cotillas, aún a riesgo de que sus mujeres se enteraran, acudieron a conocer a la nueva. Frasquito El Gurruño, era el marido de Virtudes y le tenia un miedo atroz. No obstante una noche quedó con  su amigo Juanillo el Peales, marido de Milagros y muy compuestos y perfumados se presentaron en el local. Allí se encontraron a todas las fuerzas vivas de pueblo. Estaban el Médico, el Alcalde, Pepito el Guapo, Antonio el Borrego y casi todos los  personajes más relevantes de aquella sociedad, hipócrita y falsa del año 1930, donde todo estaba permitido a los varones y nada a las mujeres.




 La Jaquita tenia  a la mayoría de los lugareños rendidos a sus pies. Especialmente a Pepito. Éste quedó impactado cuando la vio, y no se despegaba de ella, ignorando las miradas asesinas que le dirigía Monique qué, al lado de la francesa parecía zafia y vulgar.
Antonio se marchó pronto. Estaba muy  preocupado por el cariz que habían tomado las cosas. Pensó en su hija, y se devanaba los sesos pensando como protegerla. Dejo de acudir a La Pupeé, entre los celos y el morrocotudo enfado de Fifí, que no hacia más que mandarle notitas de protesta. Estuvo pensando como hacer, para proteger a su desgraciado retoño.
Antes de la boda, había puesto a nombre de Maruja unas tierras, la casa donde vivían, y una punta de ganado. Aquel patrimonio bien gestionado era suficiente para que la pareja vivieran sin estrecheces y con comodidad. Después de comprobar que su yerno no iba a ocuparse de nada, restringió todo lo que pudo sus regalos, para evitar que, el crápula dilapidara el patrimonio de su querida hija. Pepito tiraba el dinero a manos llenas y estaba permanentemente de juerga. Desaparecía de su casa sin dar explicaciones y aparecía cuando se quedaba, sin dinero y para cambiarse de ropa.


Pronto fue de dominio público que había dejado a Monique para liarse con Adele. Las cotillas del pueblo afilaban sus lenguas prestas al chismorreo, y como era su costumbre, hicieron apuestas, sobre cuando se desencadenaría el vendaval. Éste no tardo en llegar. Monique despechada y furiosa se encaró un día en plena calle con Maruja y le espetó sin el menor miramiento, "que su marido era un canalla y un sinvergüenza, que las estaba engañando a las dos". Maruja quedo pálida por la vergüenza y el bochorno de verse voceada en plena calle por una mujer de esa "clase".

Volvió corriendo a su casa y se encerró en su dormitorio llorando amargamente. La tía Filomena que se enteró de todo por las chismosas, marchó rauda a consolarla. Ella no quería hablar con nadie, pero ante la insistencia de su tía, al fin abrió la puerta y la dejó entrar.
Filomena la encontró rota de dolor y muerta de vergüenza. Hablaron y hablaron, y al fin la buena señora le confeso todo lo que habia averiguado a traves de las deslenguadas Virtudes y Milagros.
 No se dejó nada en el tintero; le contó que su padre andaba liado con Fifí, y su marido era un putero sinvergüenza y vividor. Le dijo aún a riesgo de herirla más, que se había casado con ella por su dinero y que por eso no le prestaba atención ni cumplia con su deber.
Maruja fue consciente de todo el engaño, que había sufrido y encontró sentido a todas  las excusas y sinsabores vividos. Sabia que lo que le decía su tía era verdad y que ella ciega de amor, hasta entonces se había negado a ver. Le dolió mucho la conducta de su marido, pero la hirió más si cabe la de su hasta entonces, adorado padre. Su ceguera había sido total, ella era una buena persona sin dobleces, no conocía la maldad y siempre pensaba que la gente era noble y buena por naturaleza. Incapaz de fingir algo que no sentía, cometía sistemáticamente el error de creer que todo el mundo era    igual que ella.
Súbitamente sintió un odio feroz hacia aquellos dos seres a los cuales tanto había amado y que ahora veía como sus enemigos. La bonachona de Filomena, intentó calmarla y hacerla razonar en lo referente a su padre. Maruja no quiso escucharla y la conmino a que callara de forma brusca.
De repente sintió como su vida se tambaleaba a sus 23 años y el cansancio y la decepción le hicieron sentirse vieja. Pero allí mismo nació  la firme determinación de cambiar su vida de forma radical,  y darles un escarmiento que no olvidarían nunca.
Los días siguientes no salió a la calle, cambio la cerradura de la casa, y prohibió a los sirvientes que dejaran entrar a su padre y a su marido. Solamente hablaba con su tía, y entre las dos urdieron un plan que ella estaba dispuesta a seguir hasta el final. continuará 

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