Queridos amigos: un pueblo
sin memoria está condenado a repetir los mismos errores de su pasado.
La situación actual de nuestra Patria, con la crisis independentista, económica
y de valores, el paro y la corrupción política, ya estuvo a punto de llevar a
España al desastre más absoluto en el Siglo XIX. Aquella situación se parece
demasiado a la actual: juzguen ustedes.
Durante la primera República
ocurrieron en España sucesos que, al ser escasamente divulgados, han pasado desapercibidos,
pero que desgraciadamente trajeron consigo el derramamiento de sangre de muchos
españoles.
Veamos:
El Presidente federalista de
la Primera República Española, Pi y Margall (Catalán tenía que ser) estuvo a punto de romper la unidad de
España al reflejar y sancionar la Constitución Federalista que contemplaba que
las regiones eran Estados Soberanos. Tras esta decisión, el País se enfrentó a
un caos absoluto y estuvo a punto de desintegrarse.
En un breve periodo de
tiempo se declararon las Repúblicas Independientes de Cataluña, Málaga, Cádiz,
Valencia, Granada, Sevilla, Alcoy, Cartagena, Algeciras, Almansa, Andújar y
varias más. Muchas de ellas se enfrentaron entre sí dando lugar a situaciones
cómicas y rocambolescas si no hubiese sido por su trágico desenlace.
Por un conflicto de
intereses, la República Independiente de Jumilla se enfrenta a la de Murcia con
una declaración de guerra en toda regla.
" La nación Jumillana desea vivir en paz con
todas las naciones vecinas y sobre todo con la nación Murciana, pero si ésta hoyara
su territorio, Jumilla se defenderá como los héroes del Dos de Mayo y triunfará
en la demanda resuelta completamente a llegar en sus justísimos desquites hasta
Murcia y no dejar de ella piedra sobre piedra".
Ante este estado de cosas,
Cartagena decide ser neutral entre Jumilla y Murcia y se declara a su vez
Cantón Independiente y Soberano.
A tal efecto, los
cartageneros se hacen con el Gobierno Civil y Militar, asaltan el Ayuntamiento
y crean una Junta que, en nombre del Cantón Independiente, gobierne el
"Nuevo Estado". En el castillo de Galeras se iza la bandera
cantonalista.
(Toman una bandera turca que encontraron por allí y
pintan de rojo la media luna y las estrellas blancas, y ese estandarte rojo se
identifica como símbolo del Cantón).
También toman el control del
Arsenal y del Puerto donde estaba amarrada buena parte de la Flota
Española que se une a la sublevación.
El proyecto cantonalista es rechazado por las
Cortes Españolas y el Presidente Pi y Margall se ve obligado a dimitir ya que
no era partidario de actuar contra los cantonalistas. (Igual que los
gobernantes actuales).
" No hay más que dos caminos, o la política, o las concesiones, y
por supuesto mi idea es de conceder lo que el pueblo pide".
El 18 de Julio de 1873 le sustituye
Salmerón que no le hace ni caso y envía tropas a Cartagena para abolir la
independencia declarada por el Cantón.
Los cartageneros, con el armamento del
arsenal y con la Flota, resisten el ataque de las tropas del Gobierno. La armada
cantonalista al mando del militar progresistaToñete Gálvez (Toñete), continúa
la ofensiva.
A la orden de "a toa
máquina" y reforzada con
500 hombres del Batallón de Cazadores de Mendigorría a bordo, llegan a
bombardear el puerto de Alicante y a desembarcar en la ciudad. En esta acción
bélica se recaudan 8.000 duros de plata entregados "voluntariamente" por la
ciudad conquistada.
El 29 de julio las fragatas cantonales
fondean en la ciudad de Almería exigiendo la evacuación de las fuerzas
militares, la proclamación del cantón y la entrega de 400,000 pesetas de la
Administración de Aduanas y 500,000 más de comerciantes y banqueros.
El objetivo de aquellas incursiones por
mar (pura piratería) no buscaban
otra cosa que incorporar territorios y recaudar fondos para la guerra"
voluntarios por supuesto"
para mantener la independencia.
Al no ser satisfecho este pago las
tropas cartageneras desembarcan para conquistar la ciudad, pero las tropas
almerienses evitan, tras furiosos tiroteos, el desembarco de los cantonales lo
que conduce el día 30 al bombardeo de la ciudad.
Cartagena era en ese momento un país
independiente y como tal acuñó su propia moneda; el duro cantonal, con sus respectivas pesetas cantonales,
monedas con las que se pretendía costear los gastos derivados de su lucha para
consolidar su aventura independentista.
El gobierno independentista se pone en
contacto con el de Estados Unidos de América para solicitar su ingreso como un
estado más de la unión al tiempo que pide ayuda, armas y pertrechos, para
mantener su independencia frente al poder centralista de Madrid. (Más o menos
lo que está haciendo Puigdemont en Bruselas)
Los Estados Unidos estudian seriamente
la propuesta y finalmente su Presidente rechaza el ofrecimiento.
Ulises S. Grant, vencedor de la Guerra
de Secesión Americana, fue mucho mejor general que político pero no quiso tener
problemas con España.
Pero los americanos estudiaron
seriamente aceptar la oferta. Tener una base en Cartagena les permitiría
controlar el Mar Mediterráneo. Para los cantonales este rechazo fue un duro
golpe.
Mientras tanto, las cosas en el resto de España tampoco iban mejor. Granada y
Jaén se declararon la guerra por "diferencias en sus fronteras
nacionales".
A "Toñete" se le sube a
la cabeza el presunto éxito sobre las tropas gubernamentales y organiza una
marcha para tomar Madrid llegando victorioso hasta Chinchilla (Albacete), donde son derrotadas y
obligadas a volver a Cartagena.
Utrera se independiza de Sevilla que,
no sólo no reconoce esa declaración unilateral, sino que le declara la guerra.
Una guerra que, sorprendentemente, ganó Utrera y que costó la vida a 400
hombres de ambos bandos.
Betanzos se declara independiente de La Coruña.
Cória, capital episcopal, quiere
independizarse, pero no de Madrid de la que ya era independiente, sino de
Badajoz.
Jerez proyecta su cantón, pero
finalmente prefiere rendirse a Madrid antes que a someterse a la República
Independiente de Cádiz.
El Presidente Salmerón envía al General
Martínez Campos y sus tropas a Levante y Andalucía para sofocar la rebelión.
Los cantones, desorganizados y en estado de guerra entre sí, van cayendo
poco a poco y la rebelión es sofocada en un periodo de dos meses.
Es triste comprobar que los problemas
que nos preocupan hoy son muy similares a los que arrastraron a nuestros
antepasados a tan inconcebible comportamiento.
Crisis económica.
Niveles de paro insoportables.
Población al límite de su
resistencia política, económica y moral.
Falta de
voluntad política para afrontar problemas estructurales.
Incompetencia
de los políticos para manejar la situación.
Independentismos fanáticos, etc.
En los paredones de los consejos de
guerra, acabaron los restos de la "Revolución
Cantonal " uno de los episodios más tristes de la Historia de
España.
Desde este negro episodio han pasado
140 años. Si a los cantonalistas de entonces les pudiéramos mostrar sólo una
parte de la España actual, con la insurrección catalana a la cabeza, ¿qué creen
que dirían?.
¡Saludos amigos!