Las
Urracas Viajeras se van a Nueva York
Érase una vez una
colonia de negras y ruidosas urracas a las que gustaba mucho viajar de un lugar
para otro. Nadie sabe ni puede explicarse el por qué de esta afición pues eran
bastante tontas e ignorantes. No conseguían enterarse de nada y eran
indisciplinadas y revoltosas. Como eran muy ruidosas y algunas ya estaban algo
sordas, cacareaban constantemente levantando dolor de cabeza a todos los que
tenían cerca. Eran sencillamente insoportables.
Una de las más
irritantes y estúpida respondía al nombre de Pilila que se creía muy culta e
inteligente. En realidad era bastante tonta y una tacaña de tomo y lomo. Cuando
llegaba la hora de comer procuraba recoger todas las sobras y miguitas de los
comederos de las demás, que guardaba celosamente en un ridículo bolsito que
colgaba de su escuálido cuello. Pasaba hambre casi siempre, pues era tragona por
naturaleza, pero era incapaz de pagar un dólar por su comida. La acompañaban dos
negras y rollizas amigas, bobas de solemnidad.
Ambas se quedaban
mirando a los demás con sus estúpidas caras y sus pequeños ojillos sin entender
nada de nada. Eran muy malas y envidiosas y todo el día andaban criticándose
entre ellas. Las dos pájaras respondían al nombre de Noli y Gaga y estaban todo
el tiempo regañando acaloradamente por tonterías varias y poniéndose a
caldo.
Otro grupito lo
formaban tres escuálidas aves de aspecto tenebroso llamadas Faemina y Cansada, y
su amiga Falsilla que, ponía buena cara a todas, pero que era retorcida a más no
poder. Esta última compartía habitación con una venerable ave de buen nido y
finos modales, a la cual traía a mal traer. Esta vetusta urraca de nombre Lele
sufría lo indecible cuando las tres falsarias la ninguneaban dejándola perdida
en aquel maremágnum de calles y rascacielos. La pobre lloraba desconsolada por
los rincones, y solo despertaba la compasión de Merijos y Ruri, dos buenas
amigas que viajaban juntas, y que le prestaban atención y la esperaban cuando la
veían perdida en la inmensa urbe.
Estas dos amigas ya se habían dado cuenta de
la clase de plumíferas que eran y se alejaban de ellas todo lo que podían para
evitar problemas y enfrentamientos. Ellas se iban siempre con madeimoselle
Valeta, la joven y bondadosa guía, que las acompañaba en el viaje. Era admirable
ver como esta joven las soportaba y trataba de ser amable con aquella pandilla
de viejas y solteronas pajarracas salidas de los más recónditos lugares. La
volvían loca, la abrumaban y la sacaban de quicio con las más pintorescas
pretensiones.
Cuando llegaron a
la Gran Manzana se alojaron en un hermoso Hotel donde entraron en bandada dando
graznidos a tutiplén, obligando a los empleados a pedirles silencio. El reparto
de las habitaciones fue un calvario. Todas querían la mejor habitación, las
mejores vistas etc. Después de calmarlas como pudo madeimoselle Valeta les dio
tiempo libre para que descansaran y conocieran la gran ciudad, pero como eran
tontas de remate y no sabían que hacer, se pusieron de nuevo a discutir como
unas locas peligrosas, “que yo quiero ir a Tiffany decía Cansada” “Pues yo
quiero ir de compras a Macys, decía su pretenciosa acompañante Faemina”.
Falsilla solo hacía que sonreír con su bobalicona mirada, ora fija en la una o
en la otra.
Pilila por su
parte como era tan tacaña, solo quería ver cosas sin gastar un dólar. Formaron
tal revuelo en la puerta del Hotel que todos los paseantes se paraban a mirarlas
asombrados por tan extraño grupo, asustados con sus cacareos desconocidos para
ellos.
Muy camufladas
entre las demás iban unas urracas de procedencia argentina, rubias y de ganchuda
nariz, que nadie sabía de donde habían salido. No se comunicaban con las demás y
eran antipáticas a más no poder. También iba una oronda y vulgar urraca de raza
común llamada Chochoni que, pretendía ser guay del Paraguay, pero que lo único
que hacía era traer y llevar chismes entre un grupito y otro. Este
comportamiento lo único que ocasionaba eran celos y disputas por
doquier.
El día que el
autobús las llevo a conocer los distintos distritos de la ciudad se puso de
manifiesto lo memas y bobaliconas que eran. Cansada que iba de fina y elegante,
cuando se adentraron en el Bronx y fueron conociendo por boca del paciente guía
las peculiaridades del barrio, empezó a emitir gorgoteos y píos píos,
pretendiendo estar muy asustada. ¡La muy tonta creía que la iban a atacar! Su
larguirucha amiga Faemina le daba aire con su raquítica ala. ¡Había que verlas a
las dos! Decían sin parar ¡vámonos de aquí, vámonos de aquí! El guía las miraba
con un indescriptible gesto, aguantando las ganas de reír.
Dieron la nota
durante todo el viaje y al final ya no se comunicaban con
nadie.
Otras tres o
cuatro correosas aves que eran solteras y no habían conocido varón, fingían
asustarse cuando se cruzaban con algún macizote de los muchos que abundan en tan
hermosa ciudad. Sobre todo las
bobaliconas Preses y Mamen, se derretían cuando vislumbraba las torneadas piernas
de los musculosos policías y bomberos de la
ciudad.
La escuálida
Pilila regresó más escuálida todavía, pero consiguió sobrevivir a base de
miguitas que escamoteaba de aquí y allá y sin gastar un centavo. El resto de la
pandilla dio la murga sin parar hasta el mismo momento de subir al avión, donde
montaron el número queriendo entrar antes de que les
correspondiera.
Madeimoselle
Valeta terminó hasta las narices y renegando de su profesión, pensando
seriamente en dedicarse a otros menesteres. Solo la compañía de Merijos y Ruri y
otras cuantas pacificas avecillas mitigaron tan dura
experiencia.
Cuando la
bandada de aves abandonó la Gran Manzana el aire se volvió más fresco, los
transeúntes caminaban más relajados y los sufridos empleados del Hotel, dieron un
gran suspiro de alivio que se oyó desde la Sexta Avenida hasta el barrio de
Quenn.
Y ¡por fin! y
después de siete horas de viaje, nuestras amigas dejaron de soportar la pesada
carga que supuso aguantar a estas plumíferas durante diez
días
Moraleja: No se puede sacar nada de quien nada tiene en su cabeza
ni en su corazón
hola guapa, acabo de leer tu naraccion y he leido entre lineas lo que contabas, veo que te ha gustado los que has visto pero pero el grupo en que te ha tocado viajar dejaba mucho que desear espero que eso no empañara tu viaje. miles de besitos
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