domingo, 2 de marzo de 2014

EL ROBLE Y LA COTORRA



En lo profundo del bosque
Sobre un roble  centenario
Vivía la ardillita Flora
Y dos mirlos, muy, muy blancos
Del resto de las especies
Poco querían saber
A los tres les habían dado
Patadas y puntapiés
Recogían las cosechas
De bellotas, nueces, piñas
Y lo hacían muy temprano
Para evitar las rapiñas
En un árbol muy cercano
Allí vivía una cotorra
Que además de ser muy vaga
Comía como una boa
Les robaba su sustento
Y no contenta con eso
Les daba unos picotazos
Que les arrancaba el pelo
Casta la llamaban todos
Y este nombre que le daban
Era todo lo contrario
A como se comportaba
Fea, ladrona, promiscua
No le faltaba un defecto
Y sin embargo tenía
Una corte de respeto
Todo se debía, sin duda
A la única habilidad
Que el Buen Dios le había dado
Que era: manipular
Manipular y charlar
Charlar sin ton ni medida
No dejar hablar a nadie
Y ganarles la partida
Anestesiar al contrario
Con su voz y verborrea
No dejar pensar a nadie
No sea que no la crean
Así un día tras otro
Y sin demostrar valía
Se hacía con el tinglado
Y todo lo dirigía
Se apropió del Roble ajeno
Y su corte allí instaló
Dejando sin su morada
A quien primero llegó
¡Hay crueldad más despreciable!
Que herir, mentir y hacer mal
Sabiendo bien que lo haces
Y sin reparar  jamás
Pajarracos hay en el mundo
Malos, dañinos e innobles
Pero no ha habido ninguno
Como el que se adueñó del
Roble

A. MOLINA.














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