sábado, 17 de septiembre de 2011

EL ACOSO ESCOLAR = BULLING



Queridos amigos; hoy os voy a hablar de un gravísimo problema, como es el acoso moral= bulling, que se da con más frecuencia de lo que parece en ámbitos escolares, laborales y sociales.
Os voy a contar una historia real:
Esta historia empezó en un pequeño pueblo de una ciudad española.
PARTE I

Ana era una niña bastante feúcha para los cánones que regían por entonces. Estamos hablando de los años 50 del pasado siglo. Era pelirroja y pecosa, delgada y muy tímida. Ya en el colegio su profesora una mujer cruel y malvada la empezó a marginar. Ana no era hija de ninguno de los pudientes del pueblo, sino de una señora viuda con un montón de hijos.
Ana era una niña inteligente y sensible. Tenía unos bellos ojos verdes, que destacaban en su pecosa carita y que le daban un aspecto singular. (En la actualidad estaría considerada como una niña de anuncio), pero en la época de su niñez, estaban de moda las pieles blancas e inmaculadas. 

Era una gran amante de la lectura y a ello se dedicaba siempre que sus obligaciones se lo permitían. Cuando empezó a ir al colegio, su maestra le prestó muy poca atención, pero ella ya sabia leer cuando empezó su vida escolar. Su madre le enseñó en casa y cuando inició las clases destacaba entre todas las niñas de  su edad por este y otros motivos. Era muy observadora y obediente y estaba atenta a toda la clase. Nunca quería faltar, ya que le encantaba aprender.

La cruel maestra se cebaba con ella y con otras niñas parecidas. Esta pérfida mujer solo perdía su tiempo con las niñas ricas que le estaban llevando regalos constantemente.
A la hora de los recreos, Ana y otras niñas se quedaban en una esquina sin participar en los juegos comunes, más que nada para no oír las recriminaciones de su maestra, llamándolas ¡¡TORPES!! ¡¡ALELADAS!! y otras lindezas por el estilo. Este acoso moral y psicológico no se limitaba a ella sola; la cruel maestra también se cebaba con las dos hermanas pequeñas de Ana.

Aquella inquina de la maestra, no quedaba en palabras. Los suspensos y las notas negativas eran frecuentes, aun cuando era una de las alumnas más aventajadas. Todos los años se realizaba un concurso en el que participaban todas las alumnas. Era sobre conocimiento general, dictados, redacciones y diversas materias.

Ana, ganó el primer premio de ese año, con una nota de sobresaliente. Contestó correctamente nueve de las diez preguntas del examen, y sacó la nota más alta de toda la clase.
Llegó el día de la entrega de premios y cuando las tres finalistas subieron al estrado, Ana y su madre, así como el resto de asistentes al acto, comprobaron con estupor como el primer premio, consistente en una Biblia, se lo daban a la hija del alcalde y a Ana, le entregaron un feo y negro rosario que era el segundo premio. La madre de Ana cogió el rosario y se lo devolvió a las autoridades que estaban presidiendo el acto y les dijo; "Quédense con él y dénselo a la hija del alcalde, así tendrá dos premios". Cogió a su hija de la mano y se marcharon del acto.


 
La indignación que sentía la buena señora era tremenda, y empezó a tomar en consideración las quejas de sus hijas a las cuales antes no había prestado mucha atención.
Fue un fraude auspiciado y consentido por los que tenían que dar ejemplo de imparcialidad y justicia.
Los tiempos posteriores a este suceso no fueron fáciles para la niña. Era castigada constantemente sin razón alguna y culpada de todo lo que pasaba en la clase.
 Desde su inocencia, no era capaz de entender que pasaba, solo lo sufría y lloraba.

 Un día vio como una lámina de colores que ella había recibido como regalo le desaparecía de su cartera. A los pocos días y por casualidad la vio en el pupitre de una niña a la cual la maestra tenía como protegida. Ana se fue a la mesa de la profesora y le dijo " Esta niña tiene mi lámina, es un regalo que yo recibí y que me había desaparecido". La maestra por toda respuesta le dio un bofetón, la llamó chismosa y acusica. Luego la dejo castigada de rodillas, de cara a la pared y no la dejo ir a comer a su casa. 

La madre de Ana, alarmada con ésta situación, fue a entrevistarse con la profesora que, de forma cobarde negó los castigos que infligía a sus tres hijas, especialmente a la mayor. Aquella entrevista calmó, momentáneamente a la cruel mujer, pero su inquina larvada permanecía y no perdía ocasión de ridiculizar a las niñas, por cualquier motivo.

Llevó a tal extremo su venganza, que se negó a tramitar unas becas para que pudieran hacer el bachillerato que por entonces se empezaron a dar a los niños, eso sí; siempre eran los maestro y el cura los que proponían a los niños  merecedores a su juicio. Siempre favorecían a los mismos, con una desfachatez que rozaba lo delictivo.


Ana y sus hermanas como se demostró después, eran unas niñas muy inteligentes y responsables; habrían llegado muy lejos, si se les hubiera dado una oportunidad. La malvada maestra no solo les impidió acceder a una educación superior, que sus circunstancias familiares no les permitían, sino que abrió la veda para que el resto de niñas las marginaran y ridiculizaran, durante su vida escolar. No fue hasta bastantes años después cuando en el pueblo se hicieron nuevas escuelas y las dos hermanas de Ana empezaran a ir a ellas, fue cuando la nueva maestra se dio cuenta de la valía de las niñas, las incentivó y empezó a hacer justicia.

Aquel comportamiento de la docente era permitido y aplaudido, por casi todos, como una forma de congraciarse y beneficiarse. Sus hijas eran bien tratadas y no había nadie que alzara la voz por las pequeñas olvidadas. Ella cuando aplicaba un cruel castigo lo llamaba educar.¡¡Mentira!!, era discriminar, marginar, maltratar y sentar las bases para que fueran acosadas y maltratadas por las otras niñas.  El periodo escolar fue un calvario para Ana. Solo su tesón y fuerza de voluntad, sus ansias de aprender, la ayudaron a soportarlo. La vida de  sus hermanitas no fue mucho mejor. Eran de las niñas más valiosas del colegio, pero aquella mala mujer se empeño en hacerlas parecer, torpes y medio idiotas. Como después se ha demostrado a lo largo de los años, todas eran inteligentes, y valiosas.

 La más pequeña pudo realizar estudios supriores ya que su madre, viendo la injusticia cometida con sus niñas, la presentó para una beca, que por supuesto ganó y realizó todo su bachillerato con matrículas de honor y posteriormente una carrera universitaria con los mismos resultados.

Ana creció y se convirtió en una atractiva joven. Siguió estudiando de forma autodidacta, formándose poco a poco. Siempre destacaba, lo que a veces le granjeaba, envidias y rivalidades
Ana y su otra hermana no pudieron seguir estudios superiores, porque la economía familiar no lo permitía, pero posteriormente, las dos hicieron sus bachillerato con un sobresaliente como nota final. Ana se preparó unas oposiciones para un Organismo Oficial que por supuesto sacó a la primera, y a lo largo de su vida dio muestras de una gran valía, ya que era muy versátil y autodidacta.

Mantenía intacta su curiosidad por todo y leía y viajaba.
Siempre mantuvo intacto su interés por aprender, pero jamás pudo olvidar ni perdonar el calvario que en su pueblo las hicieron pasar. Eran inteligentes y guapas, y eso hay gente mezquina que no lo puede tolerar .
La familia abandonó el pueblo y se establecieron en la capital. Siempre tuvieron buenos trabajos y estuvieron bien consideradas, pero a veces se encontraron con personas mezquinas y envidiosas, como aquella malvada mujer que fue su maestra y que marcó sus vidas para siempre.
Queridos lectores: el acoso ha existido siempre, pero ahora tenemos leyes que lo castigan. No permitáis nunca un caso de este tipo. ¡¡Denunciad siempre!!





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