La noche de bodas fue una dura decepción para la enamorada novia. Pepito estuvo toda la noche durmiendo y roncando. Maruja se había puesto una camisón de encaje precioso, y había soltado su larga y oscura melena, esperando ansiosa y emocionada su feliz noche. Fue una amarga decepción; Al día siguiente, su marido alegó un fuerte dolor de cabeza para no cumplir sus deberes conyugales. A la hora prevista partieron para su luna de miel. Llevaban una enorme cantidad de baúles y maletas, pues la estancia estaba prevista para un mes. Maruja quería lucir todos sus modelos y correspondientes complementos , lo que hizo que el vehículo en el que viajaban fuera a paso de tortuga de tanta carga.
A la caída de la tarde, llegaron al Balneario y se alojaron en la habitación nupcial, una lujosa suite que costaba un pastón.
Esa noche Pepito dijo sentir un fuerte dolor de cabeza, justo después de cenar, y muy fino y educado comunicó a su mujer que se retiraba a su habitación para descansar, dejando a Maruja en el salón, justo cuando iba a empezar el baile. Ella muy compungida y decepcionada le siguió, con la esperanza de que el dolor de cabeza desapareciera y poder consumar el matrimonio. ¡Vano intento!; cuando Pepito vio que le seguía, simuló con grandes aspavientos, sentirse terriblemente mal y se metió en la cama, haciéndose el dormido.
Cada noche, el recién casado inventaba una nueva historia para no acostarse con la desposada; que si me duele aquí, que si me duele allá, que si esto, que si lo otro. Ante la situación creada, Maruja no sabia a que atenerse. Su marido decidió acortar la luna de miel y volver al pueblo para visitar al doctor. Se presentaron en éste un día lleno de nubarrones, que no presagiaban nada bueno. Maruja volvió virgen como salio, era inocente, pero no tonta, y empezó a darse cuenta de que aquello no era normal.
Nada mas llegar se desahogó con su tía, y esta, mayor y avezada, barruntó que el muy sinvergüenza, estaba fingiendo enfermedades varias para no cumplir con su deber.
Pepito para hacer bien su papel, visitó al medico del pueblo. Don Romualdo, era muy amigo suyo y un perfecto crápula. Casado con doña Emerenciana de los Llanos, mujer riquísima y un poco escasa de luces, lo cual permitía al doctor manejar su fortuna y llevar su doble vida sin problemas. Él estaba al tanto de toda la historia del casorio y amoríos de Pepito. Le preparó un mejunje de hierbas para disimular y un potente afrodisíaco para estimularle. También le aconsejo que consumara el matrimonio por su bien, y luego ¡a vivir !
Pepito tomo nota, y esa noche se tomo todo el preparado, y a duras penas consumó el matrimonio, dejando a su mujer, dolorida y frustrada.¡ La pobre había esperado tanto el momento!¡ se había hecho tantas ilusiones!. El vividor de Pepito acostumbrado a sus mujeres de vida alegre, no sabia tratar a una dama. Le arrancó de un manotazo su primoroso camisón, y sin la menor delicadeza, se puso encima de ella, apago la luz y consumo el acto en cinco minutos.A continuación se levantó, se vistió y se fue en busca de su querida, a la cual había comprado un hermoso collar de oro y corales, a escondidas de Maruja. Sin el menor atisbo de pudor pasó la noche en el prostíbulo, y ¡OH! milagro todas sus enfermedades desaparecieron.continuara.....
Me gusta mucho tu blog , es original y entretenido y algunos articulos son muy buenos . Julio
ResponderEliminar