domingo, 25 de septiembre de 2011

EL ACOSO MORAL EN EL ÁMBITO SOCIAL


FRASE DE ALBERT EINSTEIN



EL ACOSO MORAL: PARTE III

Lola es una señora de mediana edad: no es especialmente guapa, ni alta, ni destaca demasiado en las distancias largas. Pero gana considerablemente en la distancias cortas y con el trato, donde se aprecian sus cualidades. Es sobre todo una buena persona.
Tiene una forma de ser directa, (si tiene que decir algo lo dice a la cara), pero también sabe pedir perdón cuando "mete la pata y se equivoca". Si hay algo que la saca de sus casillas es el mal estilo y la vulgaridad. Detesta el cotilleo y los chismes y es incapaz de pensar mal de las personas que quiere, en suma; rinde culto a la amistad. Se equivoca a veces con las personas a las cuales trata y da, lo mejor de si misma (a veces a quien no se lo merece). En algunos casos gana amigos incondicionales, en la mayoría de las ocasiones se suelen aprovechar de su generosidad y amabilidad. Cuando se da cuenta de que está siendo "utilizada de forma reiterada",corta la relación por muy doloroso que esto sea.


Lola frecuentaba un Centro deportivo desde hacia varios años. Iba varios días a la semana y llamaba la atención su constancia y regularidad. Jamás tuvo un problema con nadie y todo el mundo la respetaba y admiraba por su disciplina y saber estar. 

Brujilda Calamonte, apareció un buen día en el citado Centro. Destacaba por su extrema delgadez y las largas horas que pasaba encaramada en las máquinas aeróbicas sudando y sudando, sin descansar ni un minuto. Era una mujer "rara", con un manifiesto problema de adicción al deporte, pero nadie, ni los entrenadores, eran capaces de hacerla razonar en este apartado, y por intentarlo no quedaba. Lola fue testigo de que algunos quisieron que moderara su esfuerzo, pero ella hacía caso omiso a todos, y seguía haciendo su santa voluntad.


Con el roce y el transcurso de los años, Lola le tomó un gran cariño. Brujilda era bastante lunática y alocada, pero era simpática y cuando quería, y si no se tocaban los temas que eran "Tabú", resultaba agradable y divertida. ¡¡Eso si, había que dejarla que ella hiciera y deshiciera a voluntad, ya que por un medio o por otro, siempre se salía con la suya!!.
Lola la invitó por primera vez a ella, junto a otros conocidos a una comida para celebrar su cumpleaños. Fue el germen de un grupo, que se fue formando con algunos otros conocidos del Centro. 
Al poco tiempo se incorporaron dos amigos llamados Mario y Juan. Ambos eran brillantes y divertidos, especialmente Mario que desprendía luz y gracia. Pronto se añadieron al pequeño grupo, con gran entusiasmo por parte de todos. Se hacían fiestas divertidas en casa de unos u otros, compartían sus experiencias culinarias etc. Fueron unos tiempos felices y divertidos... en apariencia. 


Mario y Lola congeniaron desde el principio, ambos se entendían con solo mirarse. Era una conexión de esas que se dan raramente entre las personas, lo que molestaba considerablemente a Brujilda que envidiaba esta conexión.  Ellos lo veían claramente, pero los dos la querían mucho y se lo pasaban, porque la veían desvalida y con una triste vida personal, en la que ella era incapaz de poner orden.



El grupo se iba incrementando cada vez más de una forma anárquica y a conveniencia de Brujilda. Ella pasaba largas horas en el Centro y a medida que iba conociendo a más gente, los iba incorporando al grupo sin contar con nadie, solo porque a "ella le caían bien". El problema empezó a ser grande, ya que ella imponía su presencia en todos los eventos que se programaban,(no importaba donde fueran   estos), aún siendo en domicilios privados donde tuvieran lugar. Algunos de los nuevos adheridos, se dedicaron con fruición a adular a Brujilda. Le decían a todas horas lo estupenda que era, lo simpática, lo mona y bla,bla,bla. 


Pronto empezaron a surgir los primeros síntomas de envidias y rivalidades. Un individuo que se hacia el guay y el simpático llamado Filemón, a duras penas conseguía disimular la envidia que sentía hacia el guapo y divertido Mario. Este era un triunfador en el amor y en la vida social, todo lo contrario que el envidioso y repelente individuo. Poco después se unieron al grupo, tres mujeres, de diversa procedencia pero con un gran afán de notoriedad, especialmente una de ellas, que se mostró arribista y calculadora, hasta la nausea. Las otras dos no le iban a la zaga. Todas se dedicaron a la adulación y el culto hacia Brujilda, pasando a ser en tiempo récord las "mejores amigas de su vida".



 La situación se iba deteriorando con las nuevas "adquisiciones" de los más variopintos personajes, que pronto formaron el núcleo duro y la corte de la volátil y falsa Brujilda.
Lola, alarmada por el cariz que estaban tomando las cosas, comentó con Brujilda la situación, y trató de que razonara y entendiera que era imposible que funcionara bien un grupo tan heterogéneo, que ya iba por las veinte personas y en el que solo se esforzaban, poniendo su casa para fiestas y comidas, una minoría de tres o cuatro. 


 Brujilda puso el grito en el cielo, clamando como una energúmena, negando el deterioro evidente del grupo y acusando ladinamente a Lola de todo lo malo que estaba pasando, ya que según ella, "todos los demás eran angelicales y maravillosos" ( especialmente Filemón) que era un ser mezquino y envidioso, pero que le hacia la pelota como nadie. La realidad fue que, en cuanto se vio rodeada de aduladores y de pelotas, se sintió dueña de vidas y haciendas, disponiendo y mandando desde lo alto del sillín de una bicicleta y organizando todo a su voluntad. 




Fue a degüello a por Lola, que era la única que se atrevía a cuestionar su liderazgo y sus actuaciones, con una saña y una crueldad jamás vistas, con un empeño y una maldad dignas de una mejor causa. Seguramente su vida hubiera sido mejor y diferente, si el empeño que puso en destrozar a Lola lo hubiera puesto en organizar y cuidar su vida personal.



Mario y Juan vieron las injusticias que se estaban cometiendo con Lola; como Brujilda y sus compinches iban a por ella de una forma descarada y cruel. No había motivo para dicha persecución. Simplemente Lola  se atrevía a contradecirla, brillaba demasiado y su brillo y su valía, quitaban protagonismo y lucían más, que el  brilli-brilli y el falso oropel de cartón piedra, con que la hueca y trastornada mujer adornaba su patética y miserable vida.



 Mario también fue objeto de sus insidias. Él era demasiado bueno y valioso y además se había puesto al lado de lo que era justo. Fue demasiado para ella. Intento sembrar la cizaña entre ellos, pero no lo consiguió. Los difamó, fueron borrados de todos los eventos, se les retiró la palabra por parte de la mayoría de sus adeptos, desaparecieron de la actividad social del grupo: ellos que tanto habían trabajado y luchado por la consolidación del mismo.



Mario, Juan y Lola, pasaron un año terrible, todo el grupo pasó de ellos; gente que días atrás disfrutaban de sus fiestas y comidas, de pronto les negaban el saludo. Nadie movió un dedo para salir en su defensa, todos se portaron como unos miserables asustados, temiendo ser represaliados por la manipuladora Brujilda, a la cuál después no tenían empacho de criticar.




Sobre todo les dolió el pago recibido de Brujilda; una persona a la que ellos tanto habían querido y a la que tanto habían ayudado cuando lo necesitó, en el transcurso de los largos años, y durante sus graves crisis personales.
Pero Dios ayuda a quien se lo merece. Lola aprendió la lección y Mario y Juan también. Su amistad creció y se fortaleció por la experiencia, y quiso el destino que sus verdaderos amigos acudieran en bloque en su apoyo, confortando su corazón y haciendo que el mal trago pasara mucho antes.


Ahora, una vez superado el bache, pueden analizar fríamente lo pasado y hablar de ello sin dolor, y han llegado a la conclusión de que el mal estaba agazapado en un ser vil y vanidoso con apariencia de  "mujer con aspecto oscuro y corazón negro", que los utilizó mientras le convino y cuando se vio rodeada de una pandilla de frikis oportunistas y cobardes, se creyó que "era Dios" y podía hacer y deshacer a su antojo. No contó con la fortaleza de Lola, Mario y Juan y ahí empezó a perder.







AMIGOS: como siempre, esta historia esta basada en hechos reales. Se omiten nombres y lugares, por razones obvias. 
Esta historia ha sido una perfecta operación de acoso moral dirigido por una mala mujer, contra unas personas que siempre fueron buenas y consideradas con ella. Por si sola no lo hubiera podido hacer, para eso contó con la colaboración necesaria del grupo que la rendía pleitesía y al cual manejaba a su conveniencia, en una perversa operación de manipulación de masas, en el que ha demostrado ser una gran experta.


2 comentarios:

  1. Anónimo25.9.11

    Esta historia es muy parecida a otra que yo conozco. Estas cosas se dan algunas veces y son por envidia y celos... David

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  2. Anónimo22.10.11

    La tal Brujilda es una tía que yo conozco. Se al centro que va, y las que lia todos los días. Es la chismosa más grande que yo conozco, mala, perversa y cruel. Me consta que Lola se ha marchado del Centro harta de ella y sus conpinches.

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