sábado, 11 de marzo de 2017

EL 11-M



Temblaron los cimientos de las casas
Aquella mañana de un día ya lejano
Y la sangre se heló en nuestras venas
Ante aquel ataque calculado
Trece años ya y parece que fue ayer
Por algunos con malicia ya enterrado
Pero quedaron profundas cicatrices
En familias con cuerpos destrozados
Trece años de misterio y de injusticia
Que amenaza convertirse en olvidado
Porque muchos intereses se movían
Entre restos de cuerpos desmembrados
¿Dónde está la Justicia de mí Patria
Que a los muertos da por olvidados?
¿Dónde? los que saben que algo turbio
Se movía en las sombras, calculando
Trece años ya y parece que fue ayer
Cuando creíamos que algo había cambiado
Pero llegó el terror a desmentirlo
En forma de asesinos camuflados
Yo os maldigo demonios del averno
Y pido que nunca halléis paz ni descanso
Que vuestro sueño se pueble de fantasmas
Con el cuerpo y el alma destrozados.



Queridos lectores:
Algo se nos rompió aquel día en el que la barbarie y el odio, se unieron para cambiar el rumbo de nuestra historia. La sinrazón se adueñó de la ciudad de Madrid y el dolor, mezclado con la impotencia y la incredulidad, nos noqueó con fuerza e hizo que nuestras almas se inundaran de negros presagios.
Nadie, con dos dedos de frente, puede creerse la versión oficial de la masacre. Aquella atrocidad estaba perfectamente calculada para alterar el previsible resultado de las elecciones y dar un vuelco total, como así sucedió. La opinión pública fue sibilinamente manipulada para que creyera que el atentado se debía a la intervención de España en la guerra de Iraq. Yo nunca me he creído semejante patraña. 
 Si las personas fuéramos capaces de analizar los hechos en lugar de guiarnos por las proclamas interesadas de los politicastros y los medios de comunicación que padecemos, lo entenderíamos. Aquel atentado fue pergeñado por mentes privilegiadas que fueron capaces de prever la reacción de las masas y coordinar al milímetro las sucesivas explosiones.
Créanme: lo que ese día sucedió en Madrid, no fue el arrebato de unos islamistas iluminados. Puede que fueran la mano de obra, pero el cerebro, no.
Si así hubiera sido, habrían seguido cometiendo atentados cuando ZP mandó tropas a Afganistán a la guerra, porque allí sí que nuestros soldados fueron a la guerra. Si ustedes se paran a pensar un momento, observaran, que todos los presuntos culpables del atentado han sido absueltos a excepción de Rafá Zohuier, que jura y perjura, que es inocente a pesar del castigo que le aplican en celda de aislamiento por mantenerse firme en su afirmación y negarse a reconocerse culpable. Todos los demás se han evaporado por arte de magia y, las múltiples irregularidades del proceso, han sido obviadas a pesar de su trascendencia.
Los únicos que aquel día en Madrid merecieron un sobresaliente, fueron los ciudadanos, los Cuerpos de Policía Municipal y Nacional, Samur, Bomberos, Protección Civil, Cruz Roja y las urgencias de los grandes hospitales de la capital que atendieron a los heridos con una diligencia y una profesionalidad digna de admiración. Ellos fueron los artífices de aquella perfecta evacuación y atención a los heridos y familiares, así como gran cantidad de ciudadanos anónimos que contribuyeron con su esfuerzo a retirar a los heridos de los focos de las explosiones. Yo, que vivo en Madrid, nunca podré agradecerles lo suficientemente su espléndido trabajo.
 Del resto: Justicia y clase política, mejor ni hablar.
Un saludo y feliz semana.






Temblaron los cimientos de las casas
Aquella mañana de un día ya lejano
Y la sangre se heló en nuestras venas
Ante aquel ataque calculado
Trece años ya y parece que fue ayer
Por algunos con malicia ya enterrado
Pero quedaron profundas cicatrices
En familias con cuerpos destrozados
Trece años de misterio y de injusticia
Que amenaza convertirse en olvidado
Porque muchos intereses se movían
Entre restos de cuerpos desmembrados
¿Dónde está la Justicia de mí Patria
Que a los muertos da por olvidados?
¿Dónde? los que saben que algo turbio
Se movía en las sombras, calculando
Trece años ya y parece que fue ayer
Cuando creíamos que algo había cambiado
Pero llegó el terror a desmentirlo
En forma de asesinos camuflados
Yo os maldigo demonios del averno
Y pido que nunca halléis paz ni descanso
Que vuestro sueño se pueble de fantasmas
Con el cuerpo y el alma destrozados.


Queridos lectores:
Algo se nos rompió aquel día en el que la barbarie y el odio, se unieron para cambiar el rumbo de nuestra historia. La sinrazón se adueñó de la ciudad de Madrid y el dolor, mezclado con la impotencia y la incredulidad, nos noqueó con fuerza e hizo que nuestras almas se inundaran de negros presagios.
Nadie, con dos dedos de frente, puede creerse la versión oficial de la masacre. Aquella atrocidad estaba perfectamente calculada para alterar el previsible resultado de las elecciones y dar un vuelco total, como así sucedió. La opinión pública fue sibilinamente manipulada para que creyera que el atentado se debía a la intervención de España en la guerra de Iraq. Yo nunca me he creído semejante patraña. 
 Si las personas fuéramos capaces de analizar los hechos en lugar de guiarnos por las proclamas interesadas de los politicastros y los medios de comunicación que padecemos, lo entenderíamos. Aquel atentado fue pergeñado por mentes privilegiadas que fueron capaces de prever la reacción de las masas y coordinar al milímetro las sucesivas explosiones.
Créanme: lo que ese día sucedió en Madrid, no fue el arrebato de unos islamistas iluminados. Puede que fueran la mano de obra, pero el cerebro, no.
Si así hubiera sido, habrían seguido cometiendo atentados cuando ZP mandó tropas a Afganistán a la guerra, porque allí sí que nuestros soldados fueron a la guerra. Si ustedes se paran a pensar un momento, observaran, que todos los presuntos culpables del atentado han sido absueltos a excepción de Rafá Zohuier, que jura y perjura, que es inocente a pesar del castigo que le aplican en celda de aislamiento por mantenerse firme en su afirmación y negarse a reconocerse culpable. Todos los demás se han evaporado por arte de magia y, las múltiples irregularidades del proceso, han sido obviadas a pesar de su trascendencia.
Los únicos que aquel día en Madrid merecieron un sobresaliente, fueron los ciudadanos, los Cuerpos de Policía Municipal y Nacional, Samur, Bomberos, Protección Civil, Cruz Roja y las urgencias de los grandes hospitales de la capital que atendieron a los heridos con una diligencia y una profesionalidad digna de admiración. Ellos fueron los artífices de aquella perfecta evacuación y atención a los heridos y familiares, así como gran cantidad de ciudadanos anónimos que contribuyeron con su esfuerzo a retirar a los heridos de los focos de las explosiones. Yo, que vivo en Madrid, nunca podré agradecerles lo suficientemente su espléndido trabajo.
 Del resto: Justicia y clase política, mejor ni hablar.
Un saludo y feliz semana.