Quizás es
que yo vivo imaginariamene en un país diferente a la España de nuestros desvelos, quizá es
que yo soy más realista y menos optimista, o quizá, es que yo sé leer entre líneas…
¡quién sabe! Viene esto a cuento, ante la
desolación que siento por el panorama político que dejan las municipales y autonómicas
en el suelo patrio, donde una mayoría de ciudadanos, ingenuos ellos, se
congratulan por el hundimiento del PP. La corrupción ha castigado duramente a
este partido y bien merecido lo tiene. Pero, no es solo la corrupción lo que ha
espantado a sus votantes, han contribuido y mucho el sistemático incumplimiento
de su programa electoral y la soberbia de Rajoy negando al pueblo el pan y la
sal. A mí me gustaría ser tan optimista como a parte del público español que,
ve en los grupos de ultraizquierda, la salvación de todos nuestros males. No es
así a la vista está, y nunca lo será.
Yo veo una
España en pleno proceso de descomposición, en la que varios grupos a los cuales
los ciudadanos importamos un carajo, se pelean entre ellos para llevarse la
tajada más grande del pastel. Los de abajo, como siempre, teledirigidos por los
medios de comunicación interesados que, lavan el cerebro a todo aquel que se
deje, son culpables en gran medida de esta desintegración, pero no los únicos.
Dios y la naturaleza dotaron al ser humano de libre albedrío, inteligencia,
capacidad de análisis, y en última instancia, capacidad resolutoria para optar
por un camino u otro. No podemos obviar
esto y si lo hacemos, es que no hemos entendido nada. Cuando yo estudiaba, uno
de mis profesores me dijo la siguiente frase que, siempre he tenido en cuenta:
<< Si tu
interlocutor te dice una cosa con palabras y sus hechos la desmienten, guíate siempre
por los hechos>>
Es fácil y lógico
el consejo ¿No creéis? Hablar no cuesta nada y los políticos saben que
olvidaremos sus promesas incumplidas al cabo de unos meses. Son maestros en el
arte de manipular y comer el coco. Pero para eso estamos nosotros para analizar
sus hechos.
A mí no me
interesan las palabras de ningún candidato: me interesan sus hechos y saber que
lo que prometen puede ser cumplido.
No creo en
Rajoy, ni en la dirección actual de su partido, porque me han demostrado con
sus hechos, que no son de fiar y además, son unos corruptos o consentidores de
corruptelas, por lo que descarto totalmente confiar en ellos. Tampoco creo en
Pedro Sánchez al que solo oigo decir tonterías. Susana Díaz, protectora de corrupción
estatalizada, me parece una maruja ávida de poder y notoriedad, empeñada en que
el lodazal que es la Junta de Andalucía, siga en manos de quien tan mal lo
gestiona, envolviéndose para ello cuan loca enamorada, en un andalucismo
exagerado y ridículo. Pablo Iglesias y su troupe me aterran ¿Cómo pueden unos
mozalbetes que lo han tenido todo, que han podido estudiar y vivir sin
carencias, ser tan terriblemente resentidos? Me parecen eso, una pandilla de populistas,
demagogos, resentidos, y revanchistas en los que no se puede confiar. Las
recetas comunistas solo han dejado en el mundo miseria y desintegración moral.
Si algún bien pensado cree todavía que sus promesas pueden funcionar, es que necesita una
revisión a fondo de su cabeza. Yo les invitaría a darse una vuelta por los países
que han sufrido su yugo para comprobarlo.
Por tanto,
creo sinceramente que nuestros problemas no han hecho más que empezar y en esta
ocasión amigos lectores, sí que me gustaría estar equivocada al ciento por
ciento.
Feliz semana
Muy bueno como siempre
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