Queridos
lectores:
Bla, blablablá, bla, bla, bla, bla………………………………así hasta
doce minutos de blablablás.
Doce minutos fueron los que duró el discurso de Su Majestad.
Un discurso lleno de banalidades y subterfugios y en el cual no dijo absolutamente nada. Si alguno de
vosotros esperaba otra cosa, imagino que se llevaría un buen chasco. Yo desde
luego no: hace mucho tiempo que dejé de tener fe en él.
Si alguien esperaba que antepusiera su deber a su conveniencia…. pues eso…. se quedaría con
tres palmos de narices. Yo no entiendo a esas gentes que encuentran claves
ocultas en su palabrería. Sinceramente creo que pertenecen a otro planeta.
Hace algún tiempo hice un curso de comunicación en el que me
enseñaron una cosa básica y fundamental: Cuando los hechos contradigan a las
palabras, guíate siempre por los hechos.
Amigos míos: esta es una verdad incuestionable. Seguid esta
regla y nunca os tomaran el pelo.
¿Cómo creer en una
persona que protege a su indigna hija y al impresentable de su yerno,
maniobrando en la sombra de la abyecta manera que él lo está haciendo, para que
ni siquiera sea imputada?
¿Cómo ignorar que él, como garante de la unidad de España, evite
posicionarse con claridad ante el asedio nacionalista que estamos sufriendo,
diciendo claramente y sin ambages, que de secesión, nada de nada?
¿Cómo ignorar la gran mentira que rodea su vida personal, la
cual nos ocultan sistemáticamente, tomándonos por imbéciles?
¿De dónde procede el fortunón que ha amasado en sus años de
reinado?
Queridos lectores: nunca he sido republicana, porque tiemblo solamente
de pensar, en volver a tiempos pretéritos cuando España pasó por los dos
periodos republicanos: el caos y la sinrazón, la muerte y la miseria que supuso
para el pueblo español, pero desde luego, tampoco quiero esta monarquía corrupta y encenagada hasta el tuétano.
La Monarquía solo tiene razón de ser, si sirve para dar
ejemplo; sus vidas tienen que ser ejemplares como mínimo. Solo eso, justificaría
su existencia. Pero si están sujetos a las mismas miserias humanas, a los mismos
vaivenes sentimentales, a la misma codicia y sus miembros son unos horteras de bolera, habrá que cuestionarse si este sistema de representación, es el más adecuado.
De momento digo: Monarquía sí, siempre que el Rey cambie su
discurso, su campechanía borbónica, su ambigüedad y su mangoneo en la sombra
para que su hijita no pague por sus culpas. ¡Ah! y desde luego, diga claramente
a catalanes y vascos, que seguirán siendo españoles más que les pese, porque así
lo decidimos Todos los Españoles, cuando votamos sí, a la Constitución.
Como siempre un saludo afectuoso a todos mis lectores.
¡FELIZ AÑO NUEVO!